Bien... ¿y ahora...qué? ¿Doy un paso
más? ¿Espero otro poco? ¿Hice bien en decir/hacer esto? ¿Qué
debería hacer? ¿Qué haría otro en mi lugar? ¿Qué hago ahora?
¿Qué quiero ahora? ¿Qué quieren los demás? ¿Qué pensarán
si...? ¿Qué pasaría si...? ¿Que hubiera pasado si...? etc, etc...
Algo así pasa todo el tiempo en mi
cabeza... Cuestionando todo, dudando de todo. Y por ende, también,
haciendo muy poco.
Es por eso que a veces pienso que mi
mente es mi peor enemiga...
Pero tal vez sea una conclusión muy
apresurada. Ya que, pensándolo bien, hay un rival que le da mucha
batalla en esta disputa, o tal vez trabajen juntos en este objetivo
que parece ser boicotear mis acciones... Y ese “rival-aliado” es
el TIEMPO.
Sí, ese tiempo que se hace manifiesto
en relojes y calendarios... Ese tiempo que se encarga de organizar tu
vida con números, dividiéndolas en años, días, meses, horas,
minutos, etc, etc...
Ese tiempo que de una u otra manera te
limita. No te deja ser libre. ¿O acaso nunca te dijeron que
“llegaste tarde”, que “es temprano”... O que sos chico para
tal cosa, o que estás viejo para tal otra?
El tiempo está siempre presente en
todo momento de nuestras vidas, y todo está ordenado, centrado en
torno a ese eje. Horarios de estudio, horarios de trabajo, de
encuentros, de comidas, plazos, períodos, vencimientos... y podría
pasarme toda la madrugada enumerando cosas como éstas.

Pero aún conciente de todo esto, incontables veces me
detuve a pensar en el pasar del tiempo, y sin embargo, ahí sigo,
inmovilizada, mirando correr al reloj...
Quizás no soporte que le ponga ese
límite a mi “libertad”, tal vez no soporte saber que es algo
cuyo control esté fuera de mi alcance, quizás me enoje que el
control esté en algo externo, medido, y tan “perfecto”, tal vez
quiera romper con todos esos esquemas, quizás no soporte cumplir
reglas, pero sin embargo, como todos, me someto a ellas. Lo sufro,
pero me someto al fin.
Si pudiera tener un tiempo totalmente
mío, de seguro sería tan ciclotímico, complejo, desordenado,
desprolijo, y heterogéneo como yo.
Si por mí fuera, algunos días tendrían más horas, otros terminarían más temprano. Cosas se darían rápido, otras quizás más lentas. Cosas que duran mucho quizás se volverían efímeras... Y el famoso “lo bueno dura poco” tal vez no se cumpliría...
De todas formas, creo que toda cosa
tiene su "lado negro" y su "lado blanco". Y así también, el tiempo debe
tener sus cosas buenas.
Por eso aclaro, no es que lo vea todo
oscuro, sino que, al menos hoy, mi vista se dirige al medio vaso
vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
...