sábado, 3 de septiembre de 2011


Y entré a ese lugar, las luces encandilaban, de a ratos mutaban, mucho ruido, nada cómodo para mis oídos, pero todos parecían estar contentos. Me detuve a ver una por una la sonrisa de aquellos que se encontraban a mi alrededor, lo mucho que se divertían, lo feliz y despreocupada que parecía su vida. ¿Acaso yo sola me sentía desencajada allí? ¿Acaso yo era la única que no podía sonreir? ¿Será que soy muy diferente al resto de la gente? ¿Será que no logro liberarme de este complicado pensamiento? ¿Será que nunca voy a ser como ellos? Pero entre tantas dudas, hay algo de lo que estoy segura, y es de que tampoco quiero serlo.



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